Dirigida por Isona Passola, el filme de tan sólo 75 minutos, se enfoca en la relación de España y la región catalana, donde se encuentra Barcelona. Si este conflicto de identidad, histórico y económico, resulta difícil y cansado para sus habitantes, ¿se imaginan para un extranjero que carece de todo contexto? Aún así, a juzgar de la entrada, de los acontecimientos recientes y de los comentarios que escuché, había mucha expectación.
Sin embargo, es un tema complejo de principio a fin, que se presenta en varios ejes: el idioma, la cultura, las infraestructuras (que Barcelona no tenga un aeropuerto internacional deja mucho que pensar), el autogobierno y un justo reembolso de lo que genera. Si a eso le agregamos información sobre la transición española, el funcionamiento de las comunidades autónomas, las reformas a sus estatutos y su modelo dentro del estado español, es sumamente denso que no logra su propósito.
Además Passola opta en su mayoría por los estractos de testimonios académicos, intelectuales y políticos que resultan serios, largos y repetitivos; deja fuera el testimonio callejero, se aleja de la espontaneidad urbana que le hubiera inyectado una frescura de primera. Y los subtítulos no lo ayudan en nada, casi encima de los nombres/cargos de los entrevistados, y si están en un fondo claro, difícilmente se pueden leer. Está claro que Cataluña quiere ser independiente, se dirige como nación y su dirección va encaminada a Europa, que a la misma España. Tal vez ese era el tema que buscaba el espectador, y no lo encontró.
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