Wednesday, January 26, 2011

Global Lens 2011: La Mirada Invisible

En una de las primeras escenas de La Mirada Invisible, del argentino Diego Lerman, María Teresa Cornejo (interpretado extraordinariamente por Julieta Zylberberg), es cuestionada por su jefe en turno sobre el secreto de una buena disciplina. 

Marita, como la llaman en su casa y quien es una de las encargadas del orden y buenas costumbres en pomposo colegio (¡de las Ciencias Morales!) de clase media-alta en Bueno Aires, responde: "la vigilancia". Aquella que es permanente y en todo lugar dice, mientras el señor Biasutto (Omar Nuñez) agrega "una mirada atenta, que no pierda detalles", debe ser asegura ella: "la mirada invisible". 

Lerman encontró la perfecta historia de este increíble y perturbador drama, para hablar a modo alegórico, sobre el estado represor a nivel social e individial que se vivía en 1982 (seis años del comienzo de la sangrienta dictadura militar en Argentina y en plena debacle). En Marita, una chica de 23 años, se ve la soledad y la rigidez con que debe de comportarse, carente de pasatiempo alguno y con la responsabilidad de mantener a su abuela y madre, todas son solteras. La represión interna que vive, quizás sea hereditario, pero es el autoritamismo dentro de la escuela y la disciplina con que desempeña su labor, que no le permiten saber quien es realmente ella.

Su despertar sexual comienza mucho más tarde de lo que se tiene previsto, tal vez la incertidumbre vivida en los primeros años de la dictadura, retrasa ese momento de curiosidad y gusto. Aquí es pura especulación, ya que la historia en ningún momento hace referencia al sistema político, a la violencia externa o de las condiciones sociales de manera directa. El espectador escucha, sabe de las referencias, los detalles están ahí, se convierte en la propia mirada invisible.

Aún cuando Marita goza de su autoridad y del cumplimiento con que los demás la siguen, su condición de mujer no le permite entrar a los baños de los varones. Así que concibe, con el permiso de Biasutto, una investigación personal para descubrir quienes están fumando en esos sanitarios. El hecho de fumar en el colegio, asegura el jefe de la disciplina, "es el cáncer de la subversión que todavia nos amenaza". 

Es entre los olores de orines y mierda, que comienza su despertar; es el lugar íntimo para conocerse. A medida que el sistema político comienza a desmoronarse, Marita coquetea de manera muy limitada con su propia liberación. Pero también su nueva obsesión, espiar a los chicos en los baños, no tiene límites y al ser descubierta, tendrá que alinearse a los posibles embatles de la autoridad y su represión interna.

Siendo la tercera producción de Diego Lerman (Mientras Tanto, Tan de Repente), la Mirada Invisible no ofrece controversias gratuitas o baratas. La fina presición de su guión, sugestivo e íntimo, y la extraordinaria ejecución de los actores, deja de lado los posibles juicios que se puedan emitar. No obstante, al final muchos pensaran en Marita la represora, o la víctima de un sistema. Para mí, es una héroe.

La Mirada Invisible (The Invisible Eye, 2010) que forma parte del ciclo Global Lens 2011, se exhibe mañana en MoMA a las 7:00 p.m. Teatro 2 Más info aquí.

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