Monday, July 4, 2022

Retablo (2018): un Relato de Advertencia y Esperanza

Alvaro Delgado-Aparicio, en su ópera prima retoma una de las expresiones artísticas más populares del arte peruano: los retablos. Esta representación es una especie de caja en diversas dimensiones, con unos colores vivos, y dentro puede incluir figuras religiosas o personas de la familia, hechas con una masa de papa y yeso. 

Desde la primera escena en Retablo (2017, Perú/Alemania/Noruega), una secuencia muy bella, el director de origen peruano no solo nos adentra al proceso creativo de este arte andino venerado por muchos, sino a la relación maestro y aprendiz, es decir padre e hijo. 

Filmada con una belleza absoluta y casi en su totalidad en quechua, la trama se centra en una familia relativamente joven en donde la tradición, el oficio y las normas sociales mandan. Noe (Amiel Cayo) tiene un taller de retablos en un poblado andino, en el que trabaja con su único hijo, Segundo (Júnior Béjar) de 14 años. Noe es un hombre respetado, a quienes muchos llaman maestro, lo mismo es requerido por la iglesia, turistas que por grandes familias. 

Desde un entorno rural y a pesar de su corta edad, el adolescente entiende que debe seguir la tradición de la familia y parece no molestarle. Los retablos son bien recibidos por la comunidad y las fiestas, ya sean familiares o patronales, no se pueden rechazar. El alcohol es el jefe en estas celebraciones, y Noe tiene dificultades para controlarlo. Es durante un par de entregas, en las que acompaña a su padre, que el mundo de Segundo cambiará por completo. Primero es testigo de un linchamiento por parte del pueblo, un hecho violento sin explicación alguna, más que se trata de alguien que robó unas vacas, según los lugareños. Aquí una primera advertencia para todo aquel que realice algo indebido. Después en uno de los tantos aventones que piden, descubre a su padre en un acto sexual con otro hombre, sin que éste lo sospeche. En un par de segundos, la admiración, el amor y las creencias que le han inculcado se confrontan con la realidad de su ser querido. 
 
La historia hábilmente se desarrolla con peculiar delicadeza bajo la mirada de Segundo, quien nos lleva a su mundo interior; se dejan entrever su lucha y decepción por lo acontecido. Ante este hecho, se rebela ante las expectativas que su familia espera de él. Anatolia (Magaly Solier) su madre le recuerda que él es "un artista, no un campesino". Segundo parece no encontrar la dirección deseada, hasta descubrir que su padre está medio muerto a consecuencia de un linchamiento.

Júnior Béjar y Amiel Cayo

No es la primera vez que el cine peruano se adentra en las historias de la diversidad sexual, lo hemos visto en el trabajo de Francisco Lombardi (No se lo Digas a Nadie, 1998), y en Contracorriente (2011), por mencionar unas, pero sin duda, Retablo trasciende a sus predecesoras, al visibilizar una parte de la identidad peruana de la que muchos desconocen. Delgado-Aparicio, sin estudios cinematográficos previos y con solo dos cortometrajes bajo su manga, logra una historia efectiva, y con una resolución sólida. El desempeño actoral de los tres principales personajes es de primer orden. Muchos minimizan su poder al llamarla trágica, pero Retablo, va más allá de posibles etiquetas, tiene un mensaje optimista y de esperanza. Segundo acepta a su padre, por quien es y no por lo que dicen. Con su primer filme, Delgado-Aparicio crea un referente importante dentro de la diversidad sexual en la cinematografía peruana.


Contexto 2022

Inexplicablemente Retablo no logró colocarse entre las semifinalistas para la nominación por un Oscar, sin embargo, gracias a Netflix logró una exposición universal e inmediata. Delgado-Aparicio no ha vuelto a filmar por el momento pero no dudamos que esté trabajando en algo pronto. Magaly Solier tiene tres filmes más en su haber, y el más reciente sucede en Nueva York.


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