En específico, se trataba de los documentales que se estrenaron —de manera exclusiva—, en esa Casa de Arte y que su directora Karen Cooper, seleccionó de manera increíble. Mientras nos perdimos de varios filmes, sobre todo esos de los nazis, logramos captar algo de los mucho que ha hecho historia en ese templo amado por miles de neoyorquinos.
Del mundo de los edificios, pasamos al metro de París en The Underground Orchestra (Holanda, 1998) de Heddy Honigmann. Esta directora originaria de Perú, retoma las historias de los inmigrantes que deleitan con un inmenso talento a los pasajeros. Su estilo es sencillo, ameno y denota honestidad. La capacidad artística de los músicos, no es cuestionable; su permanencia en Francia, sí que lo es. Desde hace tiempo que deseaba ver La Soufrière (Alemania, 1977), un clásico de Werner Herzog sobre la inminente erupción del volcán —del mismo nombre—, en la Isla Guadalupe (antigua colonia francesa que ahora se le llama colectividad territorial de ese país).
Para gusto de muchos, tal explosión y destrucción, nunca sucedió y Herzog captura esas imágenes de manera espectacular con una narración efectiva y en ocasiones, divertida. Junto a este corto de 30 minutos, se incluyó Lessons of Darkness (Alemania/Francia/España, 1992). Aquí Herzog vuela los pozos petroleros de Kuwait durante la primera guerra del Golfo. Visualmente deja asombrado a cualquiera, sin embargo entre que si es obra ficticia o documenta una tragedia natural, no convence por completo y mucho menos con ese tono drámatico de fin de mundo.
Uno de mis descubrimientos —un poco tarde claro— fue Agnès Varda, reconocida documentalista francesa y a quien se conoce como la "abuela de la Nueva Ola Francesa". Su reciente filme se me pasó, así que ni dude en checar The Gleaners and I (Francia, 2000), un excelente documental sobre la gente que recoge cosas, para muchos, indeseables. Busqué una traducción al español, pero no me convenció, así que les llamaré recolectores. Una pintura famosa, de unas mujeres recogiendo la cosecha, motivó a la directora a buscar el estado actual de aquella actividad. Para su fascinación, goza de una excelente salud y se ha revolucionado.
Encontró desde los que entran a las cosechas, hasta aquellos que andan por las calles recogiendo muebles y demás, Varda no deja a ningún grupo o ángulo fuera. En Nueva York esa práctica es muy común, entre todos y no tiene ningún estigma social; también en San Francisco noté lo mismo. Y ahora que menciono esa increíble ciudad, quizás la mayor sorpresa del ciclo, fue conocer el trabajo de Freude Bartlet, oriunda de por allá y quien fue pieza clave del movimiento de cine independiente en Estados Unidos. Karen Cooper, quien acompañada de su esposo presentaron un pequeño homenaje a Bartlet, con la proyección de un grupo de cortos que su compañía Serious Business distribuyó al comienzo de la década de los 70.
Hubo de todo, avant-garde, experimental y animación, pero fue The Life and Death of Frida Kahlo as Told to David and Karen Crommie, que confirmó su poder y buen gusto. Construido a base de imágenes en blanco y negro, y audio, revela pasajes de Frida que desconocía. Tal vez sea el mejor y primer documento fílmico sobre la pintora mexicana, vale la pena por su técnica que ahora parece sin valor alguno, pero no deja de cautivar.
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