A Eduardo Coutinho, icono del cine documental iberoamericano, no le gustan para nada las cintas de animación y mucho menos los efectos especiales. No estoy inventando nada, así lo aseguró el cineasta brasileño durante la introducción de la premiere internacional de su más reciente producción Moscou (2009), hace unos días en el MoMA.
Tuve la oportunidad de asistir a esta presentación, y para ser un lunes por la tarde en un muy bello día, tuvo una buena entrada. Por ahí estaba Jytte Jensen, quien dio la bienvenida a Coutinho y también andaba Ilda Santiago, que sirvió como traductora, a pesar que el documentalista trató de hablar un poquito de inglés de lo más dulce. El dijo estar contento de poder presentar, algo diferente de lo que la audiencia internacional espera de Brasil: una película de violencia urbana, de carnaval, samba o de culos.
De ninguna manera, aseguró, se trata de un detrás de las cámaras o así se hizo (making off). Para lo que algunos podrían considerar de fragilidad a simple vista, este observador incansable y reivindicador del actor social, mantiene una resistencia especial, que le fue celebrada por quienes le aplaudieron al comienzo y al final de la exhibición de su obra.
Horario: 26 de julio, 2:30 p.m.
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