¿Qué tanto se puede exigir de una cinematografía, de la cual no hemos visto más que un par de títulos y su primera escuela de cine comenzó a funcionar hace poco? Evidentemente ese tipo de cuestiones saldrán a flote cuando se trate de reseñar Cuando Me Toque a Mí, una producción ecuatoriana que fue seleccionada por el Global Film Initiative (GFI), para exhibirse en el Global Lens .
Los problemas a simple vista, que se presentan en la obra dirigida por Víctor Arregui, son propios de una industria sin tradición fílmica. No obstante, esa es la finalidad de esa iniciativa: apoyar propuestas que vienen de lugares carentes de una infraestructura cinematográfica.
Mi problema fundamental es que Arregui no se arriesga del todo, se queda a medias --tal vez para un extranjero como yo-- y el discurso solo llega a simples quejas hacia los colombianos o al gobierno. Lo segundo es la falta de conflicto entre los principales personajes, nunca sucede, y lo peor es que la historia lo pone ahí y se les va. El propio cuestionamiento de la orientación sexual de Arturo, un posible abuso, e incluso la salida del clóset de su hermano, pierden fuerza ante lo fallido de la historia. En lo único que se arriesga y de que manera, es al final cuando presenta una canción y la cámara recorre las calles del nocturno Quito.
Una cuestión que me llamó la atención, fue escuchar --que no me extrañaría en una película mexicana-- los típicos 'naco' y 'guey'. Tal vez no escuché bien y puede que hayan dicho 'huevón' o algo así. De las tres latinoamericanas en este ciclo (Las Vidas Posibles y Mutum), quizás Cuando Me Toque a Mí sea la más débil, pero intenciones no le faltan. El cine ecuatoriano tiene un largo y difícil trayecto que recorrer.
Funciones: 28 de enero, 8:00 p.m. Theater 2 Trailer
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